En este anochecer de un año, por un lado podemos quedarnos con lo que decía el hinduista Sudheendra Kulkarni en Madrid durante el Encuentro interreligioso de San Egidio bajo el lema “paz sin fronteras”: este 2019 parece más oscuro que nunca, el mundo está perdiendo su equilibrio, estamos en un periodo de crepúsculo, de transición en la cual el alcance de lo imprevisible es cada vez mayor”.
Pero nos es también al encuentro la palabra de un protagonista de nuestro tiempo, el obispo Pedro Casaldaliga, mas si miramos al Sínodo de la Amazonia, que nos contradice al anterior pero si lo ubica en el corazón del Evangelio: “hablemos de la tarea de nuestra caducidad que es hacer del tiempo, todo él, eternidad”.
En una de las inspiradas oraciones de la liturgia la Iglesia pide que caminemos por las calles de la historia pero que nuestro corazón estè donde se encuentran las verdaderas alegrías. Tarea no fácil porque estamos atrapados de tal manera por los conflictos , que nos cuesta terminar el año y levantar los ojos para orar con nuestras propias palabras aunque recurramos a un autor como Henri Nowen que siempre pedía que no se usasen textos viejos porque quería escribir textos nuevos.
Ni un vaso de agua
Dice así: “en la abundancia de su gloria quiera Dios que nuestro ser interior sea capaz de crecer de manera que Cristo viva en nuestros corazones por la fe. Y que, entonces, alentados en el amor y edificados sobre el amor tengamos la visión de la anchura y la longitud, la altura y la profundidad.
Para que, conociendo el amor de Cristo, que esta mas allá de todo conocimiento, podamos ser colmados de la plenitud de Dios”. De ninguna manera esto nos aleja de pensar en Chile, en Etiopia, en Cataluña, en Bolivia, en Colombia, en Hong Kong, en Irak, en Siria, en Líbano, en Filipinas, en Argelia, en Pakistán, en Venezuela, en Rusia y recorrer así las noches oscuras de tantos lugares.
Pero si hacemos esta peregrinación, no nos reducimos a ellos porque queremos también ir a los que fueron capaces de sobreponerse a las crisis pero que no han tenido prensa. Esos a los que se refiere Jesús cuando dice que no quedara sin recompensa ni un vaso de agua dado a un sediento en su nombre.
No quedan fuera de la reseña los numerosos viajes del papa Francisco, la publicación de “Christus vivir”, la cumbre del episcopado mundial sobre el alucinante drama de los abusos ni, quizás con cartel francés, el sínodo de la Amazonia. Tampoco recuerdo de los que partieron.
En uno solo sintetizamos todo ese dolor: partió Camilo Sesto que, fue quien en 1975, presento “Jesucristo Superstar”, la ópera rock de AdreW Lloyd y Tim Rice” en medio de polémicas a pesar de que Radio Vaticana le había dado lugar. Además, porque él había, tres años atrás, lanzado un mensaje navideño que decía: “Padre nuestro solo tenemos uno y hay que cuidarlo.
No hay que rezarlo de carrerillas pero siempre, cuando se está bien, cuando se está mal, para pedir y dar gracias. ¿Quién no piensa en los demás, en la gente que ama?” que bien podría ser la frase del año. Llegamos al 2020, confiados en la protección de la Virgen que será un año mariano.
También celebramos el medio milenio de la primera misa en nuestro territorio y el centenario, tanto de Juan Pablo II como del cardenal Pironio y ojala también sea el de beatificación de ese hombre del cielo y de la tierra que fue Fray Mamerta Esquiu. En Mar del Plata la realización del sínodo Diocesano y el comienzo de la misión del obispo auxiliar son motivos de mucha esperanzas.
No volver atrás
La presencia de la Iglesia en la historia puede reducir la visual aunque nadie puede negar que el papa Francisco ejerza su misión de manera impresionante.
Por eso es que elegimos, como foto del año, algo que ocurrió el 11 de abril: un anciano de 82 años lavaba los pies a cuatro líderes de Sudan del Sur, después de un retiro de reflexión, sobre un país arrasado por la guerra civil y el exilio de millones de personas.
La múltiple oferta de frases nos hace recordar aquello de que “elegir es renunciar” y elegimos algo que Jean Manuel Serrat dijera: “cada tiempo tiene sus canciones como va a tener su implacable futuro y va a tener también sus banderas que las van a hacer los que van a participar de ese tiempo.
Una de las cosas que me parece más profunda es no solo el desinterés de las clases dominantes por el status que sino en desconocer que este es un tiempo que no tiene marcha atrás. Así que esto podrá tardar más o menos pero es un comienzo que no tiene retorno”.
¡Adiós 2019! ¡Bienvenido 2020!