El próximo domingo los cristianos empezamos nuestra peregrinación por los caminos de la historia de la salvación.
El Adviento nos introduce en ella y nos vienen a la memoria los versos de uno de los muchos que fueron víctimas del terrorismo de estado, el poeta Haroldo Conto. En su casa de Chaca buco, al pie del álamo Carolina escribió: “si no volviera yo/la primavera siempre volverá/ y tu, florece” dedicado justamente al árbol de su puerta.
La Iglesia quiere que recorramos el camino paso a paso. Como decía otro poeta, Manuel J. Castillo, “no viajo para llegar, viajo por ir “coincidiendo con lo que el documento conciliar sobre la liturgia enseñaba: “la Iglesia considera su deber celebrar, en los diversos días del año, la obra salvadora de Jesucristo.
Cada semana, en el día que ha llamado domingo, hace memoria de la Resurrección del Señor, y una vez al año, celebra la Pascua. La más grande de las fiestas unida por su pasión.
En el ciclo anual presenta todo el misterio de Cristo, de la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, el día de Pentecostés y la esperanza de la vuelta del Señor.
De tal modo, recordando los misterios de la Redención, abre a los creyentes las riquezas de la acción salvadora y los meritos del Señor de modo que se hagan, en cierto modo, presentes en cada tiempo a fin de que los creyentes puedan ponerse en contacto y colmarse de la gracia de la salvación”.
Las tres venidas
En el desarrollo del año litúrgico, por otra parte, no se recuerdan solo los hechos protagonizados por Jesús que, muriendo, ha obtenido la salvación para todos. Tampoco, ha enseñado Pablo VI.
Se trata de una simple efemérides del pasado que instruye y alimenta a los fieles sino que enseñan que la celebración del año litúrgico ´posee una particular fuerza y eficacia sacramental para vigorizar la vida cristiana.
Durante casi cuatro semanas comenzamos a respirar el aire navideño que marca el comienzo del peregrinaje y que tiene como primera etapa el misterio de Belén. Misterio de ternura cuya festiva celebración inunda, de muchas maneras, al mundo entero.
Con todo, Adviento no se reduce a la venida de Jesús como se celebrara en Nochebuena sino que también nos transporta hasta el fin del mundo en que tendrá lugar la segunda venida. La historia, mas allá de la profecía de Fukuyama que habla del fin de la historia en el triunfo de la democracia y el libre mercado, adquiere sentido pleno entre las dos venidas del Señor: la histórica y la escatológica.
Si la primera ocurrió en la oscuridad de una noche fría en una periferia del omnipotente imperio romano, la segunda ocurrirá con distintas características porque será la conclusión de la experiencia humana.
Pero mientras tanto, Jesús sigue viniendo continuamente a los hombres porque es el que vino, el que viene y el que vendrá. La liturgia se ocupa de estas tres venidas durante el Adviento que es llamado “tiempo fuerte” porque nos va preparando, paso a paso, a celebrar uno de los misterios fundamentales de la fe.
Una fe que nos muestra, además, la convergencia de todo lo que es bueno, noble y bello. Desafío que se hace evidente en los tiempos conflictivos que vivimos en los cuales, al decir del Papa Francisco, podemos percibir que el todo es superior a las partes para que no haya todo sin partes, un poco la síntesis de la aventura de la evangelización que es un permanente dar y recibir.
Amor de madre y esposa
La liturgia va conduciendo al pueblo cristiano durante este peregrinaje. Una liturgia que ha conducido a tantos hombres a la cultura de la fe que no es un intelectualismo ni un este cismo para algunos sino al alcance de todos ya que, durante siglos, fue la escuela de los pobres.
Que, es innegable, condujo a un Paul Claude que arribo a la fe después de un caminar sinuoso extasiado por las vísperas de Navidad, en Norte Dame. Qué bien podríamos poner a la par a aquellos músicos, poetas y pastores que nos regalaron la Misa criolla como aquella misa Luba cantada por niños africanos y, ¿Por qué no?, a la Misa mestiza que se canto en la catedral de la Plata en la que confluyen el canto gregoriano, la habanera, el festejo peruano, la saya boliviana, el candombe uruguayo, la tonada venezolana, el vals criollo, la bosa nova brasileña y el son caribeño.
La liturgia canta en Adviento: “ya madura la historia en promesas/solo ansia tu pronto regreso/ si el silencio madura a la espera/el amor no soporta el silencio”… “con María, la Iglesia te espera/ con anhelos de madre y de esposa/ y reúne a sus hijos, los fieles/para juntos poder esperarte.”