Una publicación reciente nos da la pauta para recordar que este año se cumplirán 60 de la publicación de la primera encíclica de Pablo VI, “Ecclesiam suam” que se publicó poco después del primer aniversario de su elección que tuvo lugar el 21 de junio de 1963, justamente en Europa el día del comienzo del verano que no dejó de ser motivo de una interpretación simbólica de lo que sería el pontificado de una figura tan representativa como la de Giovanni Batista Montini.
Además se publicó el día de la Transfiguración del Señor que fue aquel en que se dio el paso de la vida eterna de ese Papa, catorce años después.
Esta publicación nos remite a uno de los documentos del Concilio Vaticano II, en este caso “Dignitatis humanae” que se refiere a la relación de la Iglesia con los no católicos, entre los cuales ocupa un lugar particular el judaísmo y el mahometismo.
En este caso particularmente lo referente a los hermanos judíos.
Se trata de “Tres mujeres judías repiensan a Dios” que se dedica a Edith Stein, Simone Weil y Etty Illesum mujeres que por distintos caminos buscaron a Dios y que en esta columna, salvo el caso de la primera, tenemos una deuda pendiente.
Pero estos testimonios han tenido la virtud de remontarnos a aquellos momentos del Concilio uno de los cuales se refiere, como decíamos, al documento que nos habla de la relación de la Iglesia con los hombres y mujeres de las otras religiones.
PARA DISTINTOS CAMINOS
Ibamos así al final de la primera de las cuatro etapas del Concilio (1962-65) que quedó señalado por las intervención de varios obispos que trataron de establecer caminos conciliares, por llamarlos así.
El Cardenal Montini en esa primera sesión (1962) intervino a la par de otros renombrados obispos (de Bolonia, de Montreal, Bruselas, Munich) exponiendo que el Concilio debía girar alrededor de dos cuestiones. Iglesia, qué dices de ti misma e Iglesia que le dices al mundo).
No se veía entonces que el arzobispo de Milán, seis meses después, iba a convertirse en el Papa Pablo VI.
El, elegido el 21 de Junio de 1963 publicó su primera encíclica un 6 de agosto de 1964 que, de muchas maneras, respondía a las dos preguntas y no solo ello sino dando a luz el sentido de la gran asamblea compuesta por 2500 obispos.
En la encíclica, que es un fuerte llamado al diálogo, Pablo VI nos habla de los círculos concéntricos de una Iglesia que haciéndose diálogo y mirándose a sí misma, sale a encontrarse con los cristianos, los que creen en Cristo pero no pertenecer a la Iglesia, los creyentes de otras religiones y los no creyentes.
Algo así anticipándose a lo que el Papa Francisco repite tan a menudo: todos, todos, todos.
En esos círculos concéntricos, un lugar preferencial se da para las religiones monoteístaca, al judaísmo y el mahometismo.
De aquí esa relación con lo que decíamos de estas tres mujeres provenientes del judaísmo.
EDITH, SIMONE
De lo que antecede viene la mención a estas tres mujeres judías.
De Edith Stein hemos hablado en diversas oportunidades y sin duda de las razones para ello es el hecho de lo que Juan Pablo II, en los años previos al Jubileo del 2000, la declarara una de las patrones de Europa a la par de Santa Catalina de Siena y de Santa Brígida de Suecia.
No está de más expresar que bien podría ser también ella declarada doctora de la Iglesia, título del que gozan Santa Teresa de Jesús, Santa Catalina de Siena, Santa Teresita y Santa Hildegarda de Bingen.
De Simone Weil mucho se ha escrito y sin duda que se trata de una personalidad extraordinaria que sintetiza muchos caminos de encuentro con Dios a través de una vida plena de matices y muy cercana a la Iglesia en un tiempo de mucha riqueza intelectual como aquella mitad del siglo XX azotado por la segunda guerra mundial. Sin duda ella merece que le dediquemos espacio pues se trata de una vida plena de situaciones y una búsqueda fecunda de su pertinencia eclesial.
Sobre Etty Hillesum tenemos menos conocimiento pero su personalidad está sabiendo a escena en ese mundo del que formen parte estas mujeres sin olvidar la figura singular de Ana Frank.