Ayer, hoy y siempre: Nuestra primera santa

Padre Hugo Segovia
Por Padre Hugo Segovia.

“El sagrado experimento” se llamaba una obra teatral que mostraba el dramático momento en que los jesuitas en 1767 eran expulsados de lo que Leopoldo Lugones llamó “el imperio jesuita”.

Una experiencia en la que se daba la difícil cuestión de la relación entre civilización y evangelización que ahora se está mostrando en todo este esfuerzo de la sinodalidad.

La canonización de María Antonia de la Paz y Figueroa que viene a ser la primera santa argentina pone a la vista la importancia de estos problemas y nos pide ese estar atentos a los signos de los tiempos que un Papa historiador como Juan XXIII había dicho que la Iglesia no debe orillar y sí interpretar a la luz del Evangelio.

Ocasión que tenemos los cristianos para desarrollar lo que podríamos llamar conciencia histórica que tan fácilmente está ausente de nuestras decisiones.

Una mirada a figuras como las del Cura Brochero, Fray Mamerto Esquiú, el mismo Ceferino Namuncurá y los más recientes casos de monseñor Angelelli y los mártires riojanos así como la del cardenal Pironio nos ayudan a esa toma de conciencia de una Iglesia que no ha permanecido al margen de la historia y respetando la diversidad de miradas ha estado compartiendo la historia de luces y de sombres aunque a veces sin tener en cuenta aquel “no somos bichos raros” que el Papa Francisco pedía a los jóvenes.

LA CELESTE MENDIGA

La figura de aquella a la que la piedad popular llama María Antula nos da la oportunidad de internarnos en su historia que ha adquirido relieve como consecuencia de la que en 1767 conmovió a la sociedad argentina cuando los jesuitas fueron expulsado de la tarea evangelizadora que estaban llevando a cabo en tierras que hoy pertenecen a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

Una tarea a la que podríamos ubicar en aquel famoso discurso de Pío XII en el consistorio cardenalicio de 1946, el primero después de la gran guerra de 1939 a 1945. Decía entonces el Papa que había diferencia entre imperio y misterio cuando se hablaba de la Iglesia y no está de más recordar que allí era nombrado cardenal cada menos que el arzobispo de Pekín.

Las intrigas políticas entraron a jugar bajo la sospecha de que los jesuitas eran una fuerza capaz de rivalizar con los intereses de España y Portugal.

Sería frecuente el conflicto y el final de esa experiencia daría también el despertador de una mujer que se hizo portavoz y que se desvivió para que no sucumbiera y adquiriera nueva fuerza el trabajo de los jesuitas.

Así, descalza, recorrió Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja, Córdoba y Buenos Aires fueron caminados por esta mujer que tenía 37 años y que, además, siendo mujer no gozaba de permisos y autorizaciones para emprender semejante tarea no solo reparadora de la injusticia de los poderosos sino promotora de ese camino de crecimiento espiritual de los Ejercicios ignacianos.

EN NUESTRO HOY

Nos parece cercana la palabra del Papa en su mensaje de comienzo de año: “María es el camino elegido por Dios, el punto de llegada de tantas personas y generaciones que, gota a gota han preparado la venida del Señor al mundo”.

Una mujer en el siglo XVIII además en actitud que se podría calificar de rebeldía pero convencida de una misión que contribuyó a la formación espiritual de muchos miles de hombres entre los cuales nos encontramos con Belgrano, Azcuénaga, Alberti, Saavedra que, de otra manera recibieron la impronta espiritual a los Ejercicios que no los alejaba de sus compromisos cívicos aun cuando todavía no se percibían intentos de independencia.

Que una mujer haya sido capaz en pleno siglo XVIII de desafiar a los poderes en defensa de los exiliados es todo un signo para los cristianos de hoy así como esa actitud de peregrinar una enseñanza viva para vivir la sinodalidad y esa constancia en el servicio nos parecen retratadas en palabras del Papa Francisco en este caso en su homilía de Navidad: “el camino de Jesús no  es el del Dios del beneficio sino el de la encarnación, el de no combatir las injusticias desde lo alto con la fuerza sino desde abajo con el amor, no irrumpe con un poder sin límites sino que desciende a nuestros límites, no evita nuestras fragilidades sino que las asume”.

La alegría de este 11 de febrero deber ser la base de un trabajo nuestro de ahora de conocer y vivir la figura de nuestra primera santa que viene, en un momento lleno de conflictos e interrogantes, a mostrarnos por donde debemos caminar para “ir donde Dios no es conocido”.