El rezo del Angelus cada domingo en la plaza de San Pedro implica no solo una breve explicación del Evangelio que la liturgia destina para la celebración de la Eucaristía. Allí el Papa hace propicia la oportunidad para referirse a los acontecimientos de la semana. Alguien ha dicho que es el mayor noticiario que podemos encontrar para notar la presencia de la Iglesia en el mundo.
Solo interrumpido por la ausencia de una Papa viajero que se desplaza con frecuencia por las rutas del mundo.
El domingo 8 de este mes, en medio de la realización recién comenzada del Sínodo sobre la sinodalidad del que participan 464 personas de los cuales 365 tienen voto al Papa no podría estar en silencio por la situación en Medio Oriente “donde la violencia ha estallado aún más ferozmente provocando centenares de muertos y heridos”.Precisamente, días antes el Papa había integrado al Colegio Cardenalicio al patriarca latino de Jerusalén, el franciscano Pierbattista Pizzaballa. Ahora, él mismo habló de “una prisión en cielo abierto” refiriéndose a la franja de Gaza que se considera uno de los lugares más poblados del mundo ya que en 360 kilómetros viven más de 2 millones de personas. Lo hizo en una conferencia de prensa el 29 de septiembre cuando iba a ser investido del cardenalato y lo decía al hecho de que Israel controla sus lugares de entrada y salida.
Este neo cardenal estaba participando del sínodo de los obispos a la espera de volver a Jerusalén.LAS GUERRAS SON DERROTAS
“¡Que los ataques y las armas se detengan por favor”! ¡Comprendan que el territorio y la guerra no conducen a ninguna solución sino solo a la muerte y el sufrimiento y a la muerte de muchos inocentes”!Agregó que “la guerra es una derrota”.
El cardenal, en tono pesimista, afirmó que el temor de que la situación puede agravarse debido a los secuestros de civiles y militares por parte de los militantes de Hamas que “son elementos decididamente nuevos teniendo un cuenta además el contexto de gran desconfianza que hay. Espero equivocarme pero temo que la situación se vaya agravando en el futuro. Había retorsión contra retorsión”.Dejando aparte las consideraciones socio políticas que este hecho lleva consigo, la reflexión del pueblo cristiano apunta hacia una nueva y valiente opción por la paz que se puede denominar “utopía” frente a los frentes que se van multiplicando y que pareciera que se van multiplicando hasta convertir al Papa Francisco en un renovado Juan Bautista predicando en el desierto.
No olvidar tampoco que, recién comenzado el concilio Vaticano II en 1962 estuvo el mundo al borde de un conflicto que conmovía a la humanidad y que logró un acuerdo en el cual Juan XXIII tuvo una profética intervención que, por otra parte, fue fuente inspiradora del gran documento que, seis meses después, abriría las puertas para esa paz que tanto anhelamos, la encíclica “Pacem in Terris”.EL COMPROMISO DE LA PAZ
Esta coincidencia del nuevo espacio para esta guerra que no termina y la realización del XVI Sínodo de los obispos, nos llama, a la reflexión y nos muestra dramáticamente que aquellas palabras de don Luigi Giussani, “La única condición para ser verdaderamente religiosos es la realidad”.Recordamos también a la luz de palabras de monseñor Eduardo Redondo, obispo auxiliar de Quilmes: “misión es siempre partir y comenzar de nuevo, quebrar la certeza del egoísmo que nos encierra en nuestro yo y no es, necesariamente, devorar kilómetros sino abrirse a los otros como hermanos, encontrarlos y amarlos, y para ello como no recordar el camino eclesial profético de esta Iglesia, como no hacer presente al Siervo de Dios, monseñor Jorge Novak, su compromiso con los pobres, sin luchar por los derechos humanos y después su espíritu misionero y su corazón ecuménico.
Se encuentra cumpliendo los cuarenta años de la restauración de la democracia en nuestro país y también aparece la figura de este hombre que nos recordaba palabras de Helder Cámara, “misión es siempre partir y comenzar de nuevo, quebrar la corteza del egoísmo que, nos encierra en nuestro yo no es necesario recorrer kilómetros, es, sobre todo, abrirse a los otros como hermanos, encontrarlos y amarlos”.La trágica realidad de esta guerra no debe oscurecer el resplandor de estos testimonios que en nuestra oración nos ayuden a intuir que no son ilusiones sino tareas a realizar todos unidos.