Ayer, Hoy y Siempre

Presbitero Hugo Walter Segovia

PADRE HUGO SEGOVIA

El ministerio de la amistad

Durante 12 años fue párroco de nuestra señora de la Merced de Buenos Aires un hombre singular, el padre Eugenio Guasta.
Bien podría la imagen de aquellas emblemáticas palabras de Juan Pablo II cuando se refería al dialogo entre la fe y la cultura.
Del Padre Guasta, entre tantas cosas, me ha quedado grabado lo que el mismo decía de su entrada en el colegio de Roma al asumir las exigencias de su formación sacerdotal: le pidió al Rector del seminario el reglamento del mismo y este le entrego un ejemplo del nuevo testamento.
Ahora al cumplirse diez años de su vuelta al Padre unas palabras, dirigidos por el Papa Francisco en su reciente viaje a Hungría, al mundo de la cultura (“la cultura es como un gran rio que permite navegar las mentes, regar el alma, hacer crecer a la sociedad como la misma palabra deriva del verbo cultivar; el saber lleva consigo una siembra cotidiana que, penetrando en los surcos de la realidad, da fruto”) pueden ser una definición de la figura de este hombre de nuestra cultura.
Inédito, me atrevo a decir ya que fue capaz de entablar dialogo y relacionarse con hombres y mujeres alejados de la fe y, siguiendo las huellas del concilio Vaticano II, promover la capacidad de admiración, intuición y contemplación.

El Mundo de la cultura

Su amistad con los que, por distintos motivos, no compartían su fe es “muestra” en aquella dimensión que Charles Mellier en su monumental “Literatura del siglo XX y cristianismo” nos decía si se ha cultivado en aras de una actitud defensiva que, muchas veces, derivaba en enfrentamientos defensivos. Pensemos en ese ministerio de la amistad que ejerció con figuras emblemáticas como las de Victoria Ocampo, Maria Rosa Oliveri, Carmen Grindana, por citar algunas. Su correspondencia con Maria Rosas en la que encontramos el camino de su preparación al sacerdocio, en páginas que nos llevaban a aquello de “las grandes amistades” de Maritain, lejos de polémicas con personas de diferentes mundos y culturas que entraban en contacto con él y forjaban nuestras amistades “como tan bien destaca Marco Gallo que, desde su doble condición de responsable en Argentina de la Comunidad de San Egidio y de la catedra Pontífice de la Universidad Católica Argentina, ha organizado el homenaje al Padre Gustau, en este aniversario.
Gustau, en su trabajo en las arquidiocesis de Buenos Aires fue responsable del equipo de cultura en el que se destacó la presencia de María Esther de Miguel, aquella a la que el Padre Bergoglio había invitado en los años 60 cuando, en el colegio de la Inmaculada de Santa Fe, enseñaba literatura y había invitado a Jorge Luis Borges a dar clases a sus alumnos.

Las puertas de Eugenio

“Papeles sobre ciudades” “cuadernos de Zarsis” son algunos de los títulos de su producción literaria sin olvidar la atención que dedico a los almuerzos que en comunidad de San Egidio organizaba en navidad ni tampoco las remodelaciones que, con exquisito gusto artístico, llevo a cabo en un edificio de la ciudad tan representativo como el de la iglesia de la Merced.
La personalidad del Padre Gustau, ha estado muy presente en mi vida sacerdotal y sobre todo en algunos momentos ha sido inspiradora. Cuando conoci, en Bahía Blanca, a un hombre de la medida de Ezequiel Martinez Estrada quien, en mucho afecto, me decía ser “ un hombre que está en la puerta de la iglesia” y me hacía olvidar de aquel Gerardo Diego que decía “Por qué señor yo te he visto, y quiero volverte a ver, quiero creer”.
Unida a la de Juan Pablo II que, siendo arzobispo de Cracovia accedió a la catedra universitaria por concurso y enseñaba ética porque no quería perder contacto con el mundo de la universidad como tampoco con el de los jóvenes.
Los que están en la puerta de la iglesia y no se animan a entrar en ella, por experiencias negativas, por dedos acusadores, , por actitudes defensivas podrían encontrar caminos que los hagan menos
dificil de entrar.