Ayer, Hoy y Siempre

Padre Hugo Segovia
Por Padre Hugo Segovia.

PADRE HUGO SEGOVIA

“A Buenos aires”, “En Buenos aires”

Cuantas veces Héctor Alterio ha estado cerca mio, ya antes de aquel 1974 en que no pudo volver a Buenos Aires y tuvo que quedarse en España porque lo habían condenado a muerte, exigencia que se había convertido aquí en algo permanente!

En ese momento en el que esperábamos, como ahora, un Oscar por “La Tregua” que también había sido un imperio de postergados, amenazados y exiliados: Marilina Ross, Oscar Martínez, Norma Aleandro, Luis Brandoni, Cipe Lincovsky, China Zorrilla, Luis Poletti que murió de tristeza en España y la entrañable señorita Avellaneda que interpretaba siempre vigente Ana María Picchio nos enteramos de ello y sufrimos en carne propia el dolor de quienes habían sido sometidos a lo que, según los griegos, era un castigo por peor que la muerte.

Viendo la película me resulta imposible no destacar la escena en la que él toma la mano en el café, un momento a la ternura así como en “La Patagonia rebelde” lo habíamos visto en el colmo de la crueldad reiterando la condena a muerte de los sublevados marcando la cantidad de los castigados, con su mano y su mirada.

Dos años después de este yo también, aunque de manera menos cruel, también debía emprender el camino del exilio y, entre las cosas que recuerdo, aparecía la figura de ese actor que solo después de la llegada de la democracia pudo volver a Buenos Aires.

Dice él mismo ahora: “se armó un lindo ida y vuelta, el sueño de muchos de poder trabajar en los dos lugares a mí me tocó por suerte”.

Pero también recordábamos a tantos que vinieron de España en los años de la guerra civil y enriquecieron los repartos del teatro y el cine de manera que, exagerando un poco, podríamos decir que no hubo película que no contara con el trabajo de algún español.

93 años y un escenario

Pudimos apreciar su capacidad en muchas otras películas filmadas en España como las que fue haciendo en ese “ida y vuelta” y me resulta grato recordar aquel tríptico de los años 90, dirigido por Marcelo Piñeyro.

En primer lugar me parecía reproducir lo que me había pasado a mí en los años 70 en la escena de “Tango feroz” en la que el comisario trata de convencer a Tanguito para que se convierta en colaborador para detectar subversivos. Y no solo ello sino también la antológica escena de “Caballos salvajes” alabando al sol frente al mar como en el baile de Theodorakis de “Cenizas del paraíso” que era capaz de movilizar al auditorio con solo su mirada.

Dice el periodista Alejandro Lingenti: “emociona, eriza la piel ver a Héctor Alterio sobre un escenario”… “a los 93 años este enorme actor argentino conserva el talento natural y el carisma que lo transforma en un referente ineludible”.

Tuve ocasión, en varios momentos importantes de mi vida, de referirme a él y veo además que un sobrino de otra referente ilustre, Susana Rinaldi, que tiene a su cargo la música del espectáculo “A Buenos Aires”, Esteban Cuacci.

La voz del poeta

En el Emprendimiento aparecen, bajo la dirección de la psicóloga Ángela Bacaicoa, las figuras de Catulo Castillo, Astor Piazzola, Horario Ferre y una poco mencionada Eladia Blazquez. Pero también está León Felipe que fue también un exiliado de aquella terrible guerra que abandonó para andar peregrinando por distintos caminos de esta América llevando su palabra de poeta y hombre libre.

Para nada me asombra esta elección de Alterio y además también me ayuda a fortalecer esa unión que sigue siendo viva ya que, siendo niño, Felipe pasó por mi pueblo y yo, sin entender demasiado lo que escuchaba en el teatro Colón con mis abuelos entraba en la historia doliente de los exiliados.

De ese encuentro, o reencuentro con Alterio y como síntesis de una etapa tan entrañable, el poeta tiene la última palabra.

Así hablaba Felipe: “hazme una cruz sencilla/ carpintero/ sin añadiduras/ ni ornamentos/ que se vena desnudos/ los maderos/ desnudos/ y decididamente rectos/ los brazos en abrazos hacia la tierra/ el astil disparándose a los cielos/ que no haya un solo adorno/ que distraiga este gesto/ este equilibrio humano/ de los dos mandamientos/ sencilla, sencilla/ carpintero”.