Lo vio y se conmovio

Padre Hugo Segovia
Por Padre Hugo Segovia.

Padre Hugo Segovia

“Somos invisibles pero el Papa nos ha visto y nos ha ayudado”.
Leíamos estas palabras y nos emocionábamos. Más aún porque venían de una transexual de los suburbios de Roma.


El cardenal polaco Konrad Krajewski es el Limosnero papal, brazo derecho del Papa en este momento y ha dicho: “mi tarea es ayudar a quien lo necesita y vaciar la cuenta de la caridad del Papa”

En este caso se trata de latinoamericanos que trabajan en negro y que necesitan ayuda económica y espiritual a causa de la pandemia. Una transferencia a cuenta de la parroquia fue para ellas un alivio.

¡Cuántas veces hemos oído al Papa decir que no se trata ni de pietismo ni de asistencialismo sino de compasión que nace del corazón”!.

Esta página del Evangelio se vuelve a repetir en medio de los que pasan de largo por el camino, encerrados en su vida y en sus problemas.

Hay que salir, a dicho, “del yo, me, mi, conmigo, para mi” que pueden ser más peligrosos que los virus que nos atormentan.

Así como resulta sospechoso el silencio en torno a Francisco que se ha enseñoreado de los medios de información es también grande la admiración que nos provoca conocer las palabras y los gestos que se multiplican día a día.

EN LAS TEMPESTADES DE LA HISTORIA

Debemos reconocer las limitaciones de este encuentren semanal que mucho agradecemos.

Tenemos en cuenta algo que cuentan de Pablo VI que siendo arzobispo de Milán y habiendo presentado a sus colaboradores un proyecto pastoral, le preguntaron con qué medida contaba para llevarlo a cabo, el contesto: “me preocupo más de los fines que de los medios”.

Hemos dicho que nos cuesta subrayar algún pasaje de los discursos del Papa ya que nos quedábamos cortos y es un poco lo que nos ocurre ahora.

Encontramos, con todo, algo que dijo en el santuario de la Misericordia adonde fue para homenajear a Santa Faustina Kowalska de cuya canonización se cumplían veinte años.

Dijo allí: “la respuesta de los cristianos en las tempestades de la historia no puede ser otra que la misericordia, el amor compasivo entre nosotros y hacia todos, especialmente al que sufre, siente fatiga, es abandonado”…” misericordia fiel y paciente de Jesús que espera que le presentemos nuestras miserias para hacernos descubrir sus misericordia”… “en la prueba que atravesamos con nuestros temores y dudas nos sentimos frágiles.

Necesitamos al Señor que ve en nosotros más allá de nuestros temores y dudas una belleza perdurable. Con el descubrimos que somos valiosos pues en nuestra debilidad nos damos cuenta que somos como cristales frágiles pero a la vez graciosos”.

EL MANAÑA DE TODOS

Continua el Papa: “mientras pensamos en una lenta y ardua recuperación de la pandemia se insinúa el peligro de olvidar al que quedo atrás. El riesgo de que nos golpee un virus todavía peor, el del egoísmo indiferente que se transmite al pensar que la vida mejora si me mejora a mí, que todo irá bien si me va bien a mí”.

“Se parte de esta idea y sigue hasta llegar a seleccionar a las personas, descartar a los pobres e inmolar, en el altar del progreso, al que se do atrás”. “Pero esta pandemia nos recuerda que no hay diferencia ni fronteras entre los que sufren, todos somos frágiles, iguales y valiosos”… “que lo que está pasando nos sacuda por dentro porque es tiempo de eliminar las desigualdades, reparar las injusticias que minan de raíz, la salud de la humanidad”… “aprovechamos la prueba como ocasión para preparar el mañana de todos porque sin una visión de conjunto nadie tendrá futuro”.

Pensábamos que lo que decíamos al comenzar es un elocuente ejemplo de lo que es la vida cristiana porque el Papa que “vio y se conmovió” como el samaritano de la parábola, es el mismo que ha convocado a emprender caminos por los cuales tendremos que andar sin esperar a que sea demasiado tarde.

También recordábamos que el día en que se cerró el Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI dijo que esa era la parábola que mostraba lo que la Iglesia debía ser y hacer.